Un regalo de la revista Despertando con Jesús.
Santoral: San Juan Francisco Régis
Juan Francisco Régis (1597-1642) fue un jesuita francés.
En 1634 se puso a disposición del obispo de Viviers. Le ayuda en la visita a los pobres de la zona sur de la diócesis. Es en las escarpadas montañas de Boutières muestra sus cualidades como misionero. Atrae a la gente por su gran bondad y sus palabras sencillas. Su estilo de prédica era sencillo y directo, excelente para el entendimiento de los analfabetos. Estableció refugios para prostitutas y trabajó con las víctimas de la peste en Toulouse.
Estableció la Confraternidad del Bendito Sacramento. Recaudaba dinero y comida de la gente próspera para dársela a los pobres.
Oración: Que nuestra voz, Señor, nuestro espíritu y toda nuestra vida sean una continua alabanza en tu honor, pues toda nuestra existencia es puro don de tu liberalidad, que también cada una de nuestras acciones te esté plenamente dedicada. Amén.
Color: Verde.
Primera lectura
Eliseo se levantó y marchó tras Elías.
Lectura del primer libro de los Reyes (19, 19-21):
En aquellos días Elías se marchó del monte y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila y él llevaba la última. Elías pasó a su lado y le echó encima su manto. Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió: «Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo». Elías contestó: «Ve y vuelve, ¿quién te lo impide?»
Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los mató, hizo fuego con los aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente. Luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a sus órdenes. Palabra de Dios.
Salmo responsorial (15):
Tú eres, Señor, el lote de mi heredad.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: Tú eres mi bien. El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano. R/.
Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con Él a mi derecha no vacilaré. R/.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas y mi carne descansa serena: porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.
Evangelio
Yo os digo que no juréis en absoluto.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5, 33-37):
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Sabéis que se mandó a los antiguos:
“No jurarás en falso” y “Cumplirás tus votos al Señor”. Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno». Palabra del Señor.
Reflexión
En la primera lectura encontramos la vocación de Eliseo. Este se encontraba en su faena diaria, en su trabajo cotidiano. El profeta Elías le invita a seguirle con un gesto simbólico: poner su manto sobre él. Este gesto es un llamamiento al ministerio profético; el manto en muchos casos era el símbolo de la dignidad profética; en otros casos, al contacto con el manto participaban de la fuerza y personalidad de quien los llevaba (recordemos la mujer que se curó con solo tocar el manto de Jesús); también en otros casos era una manera de dar a entender quién era el sucesor en el ministerio profético.
Nos llama la atención la petición de Eliseo y la respuesta de Elías, pues contrasta con las exigencias de Jesús en el seguimiento, el cual dijo: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios». Sin embargo, la petición de Eliseo tiene un gran sentido: romper con lo antiguo y con lo que le ata para dedicarse por completo a la misión profética. El sacrificio de los bueyes y compartirlos con su gente es un rito de despedida y desprendimiento para responder a la misión que Dios le llama.
En el Evangelio Jesús se pronuncia en contra del juramento y más cuando se intenta poner a Dios como testigo de nuestros juramentos. ¿Por qué? Pues hoy en día es normal jurar, incluso en las cortes judiciales se jura y se jura sobre la Biblia. El asunto es el siguiente: Jesús se opone a los juramentos, especialmente aquellos que se hacen porque no se confía en las personas, como sugiere al final del Evangelio: «Entre hermanos no tiene que ser así, basta el sí y el no, añadir más proviene del maligno».
El problema de los juramentos es que inducen a profanar o usar en vano el nombre de Dios. Por eso hay tendencia a suplantar el nombre de Dios por otras realidades: cielo, tierra, mi mamá, mis hijos, mi vida, etc. Para Jesús en toda esta realidad lo que hay es una falta de sinceridad. Decía san Agustín: «El juramento no es para los perfectos, sino para los débiles. El cristiano que confía en Dios y está seguro de sí mismo no necesita poner a Dios por testigo, porque sabe perfectamente que Dios está siempre presente. Basta el sí o el no, porque al fin y al cabo, equivalen a un juramento, por estar pronunciados en la presencia de Dios».