Devoción a las Dos Mil Ave Marías”

Comunidad Hermanos Unidos en Cristo ha practicado la devoción a las dos mil Avemarías por los últimos dos años. Las bendiciones no se han hecho esperar ya que muchas personas han testimoniando como sus vidas han cambiado después de haberlas rezado en sus hogares. Esta devoción la practicamos una vez al mes en la casa de uno de los servidores.

Mons. Juan  Riu Farran, había cumplido quince años y medio: estaba estudiando en el Seminario Salesiano de San Vicente del Horts, cerca de la Ciudad de Barcelona. Un día, cerca del 25 de marzo de 1933, uno de los compañeros del seminario, llamado Daniel  Ara, de la Provincia de Huesca, en Aragón, me dijo: «Riu, tengo algo interesante que comunicarte: Hay una Piadosa creencia, que quien reza dos mil Ave Marías el día 25 de marzo, Fiesta de la Encarnación del Hijo de Dios, consigue de la Santísima, tres gracias, por lo menos, de las que les pidas».

Esa información quedo profundamente grabada en mi mente, y cuando llegó el día 25 de Marzo rece con mucha devoción dos mil  Ave marías, pidiendo a la Santísima Virgen María, tres gracias: ser salesiano, ser sacerdote, ser misionero………….y espere confiadamente en el cumplimiento de la promesa de la Santísima Virgen. El día 16 de Julio de 1935, después de oír la Santa Misa, servida por mí y por aquel compañero, Daniel Ara, nos fuimos de excursión o paseo por los bosques y colinas, no lejos de la ciudad de Gerona, donde estábamos haciendo el Noviciado, en preparación a la profesión  religiosa salesiana.

Hacia medio día, al reunirnos junto a los superiores, que nos acompañaban  la excursión, nos comunican la triste nueva de que el compañero Daniel Ara, al tratar de saltar un riachuelo, perdió el equilibrio y cayó al agua y se ahogó. El día 17, muy impresionados, comenzamos los Ejercicios Espirituales en preparación a la profesión religiosa, que tuvo lugar el día 27 de Julio, a las diez de la mañana.

En ese momento, me di cuenta de que se cumplía la primera gracia pedida el 25 de Marzo de 1933: ser salesiano. En Julio 18 de 1936, estallo la revolución y persecución española, en que tuvimos que abandonar el seminario corriendo el peligro de ser apresados y asesinados, como ocurrió con cientos de miles. Fueron años duros y difíciles. Terminada la guerra civil española el Primero de Abril de 1939, con la derrota de comunismo español, por las tropas del General Franco, pudimos regresar a nuestras casas religiosas a continuar nuestros estudios en preparación al sacerdocio. El día 15 de junio de 1946, en la Capilla del Seminario de Madrid, nos ordenaban de sacerdotes a veinte compañeros salesianos, el Obispo de Madrid, Mons. Leopoldo Eijo y Garay.

La segunda gracia pedida el 25 de marzo de 1933, se había cumplido. Y, el día 30 de agosto de 1952, aterrizaba en San Juan, Puerto Rico, para comenzar mi labor apostólica misionera en el barrio más pobre de San Juan. Y se hacía realidad la tercera gracia perdida en marzo 25 de 1933: ser misionero. Después de once largos años de labor misionera en Puerto Rico, fui invitado por el Obispo Mons. José Félix Pintado a ir ayudarle en las misiones salesianas del oriente ecuatoriano, consideradas como regar un árbol seco, desde el 4 de Diciembre de 1964 hasta el día de hoy, La Santísima Virgen  había cumplido su promesa.